Mundaka tiene la mejor ola izquierda de Europa, una de las diez mejores del mundo. Situada en la desembocadura de la ría de Urdaibai, con una orientación muy peculiar, la ola de Mundaka es una izquierda superlativa, exigente, furiosa. La barra, como la conocen los surferos, alcanza fácilmente los cuatro metros de altura y forma tubos de hasta 300 metros de largo. Es un espectáculo, no solo para quien la cabalga, sino para quien quiera admirar la fuerza del mar desde el mirador de la Atalaya.
Mundaka es famosa por su ola, pero a punto estuvo de perderla. Un proyecto de Dragados amenazó la ría donde se gesta. El boceto, realizado en los años 70, pretendía convertir la zona en un puerto natural. Claro que por entonces casi nadie sabía sobre la magia de la barra.
En los setenta el surf no era un deporte muy popular en Europa y, al no existir internet, los surfistas iban peregrinando por el mundo en busca de olas que conocían a través de rumores y habladurías. Así fue como un grupo de australianos recalaron en este pueblo vasco y encontraron un tesoro que quisieron mantener para ellos. "Todos los que surfeábamos allí sabíamos que era una ola fuera de lo normal y por eso hubo una especie de pacto de silencio entre locales y extranjeros para no descubrir al resto del mundo que había una ola mágica en Mundaka”, cuenta el surfista Craig Sage en su libro Mundaka, Surf to live, Live to surf. Sage abandonó su Australia natal para embarcarse en la caza de olas por el sur de Europa y el norte de África. Y encontró lo que buscaba en Mundaka.
“Nunca éramos más de cinco o diez en el agua", explica en el libro. "Me acuerdo que éramos conscientes de que estábamos viviendo un momento irrepetible”. Lo irrepetible se repitió desde finales de los 70 hasta principios de los 80; por entonces, pocos surferos recalaban en el pueblo. Los marineros de Mundaka recelaban de aquellos hippies extranjeros. Todo cambió en 1977, cuando se produjo en la ría el rescate de un pesquero por parte de dos surferos australianos. "Aquello supuso un antes y un después en el pueblo. Salió en el periódico y todo el mundo habló de ello", señala Sage.
El pueblo aceptó a los surfistas, que se siguieron multiplicando en número a medida que la ola fue ganando fama. Hoy es una de las olas más importantes del mundo, pero el pueblecito, ubicado en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, dista mucho de estar masificado.
Se respira un ambiente más internacional y hay unas pocas tiendas de surf, pero la barra sigue manteniendo su magia. Una de las nuevas tiendas es la de Craig Sage, que desde que se enamoró de la ola no ha querido separarse de ella.